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Extracto:Rusia ha controlado la inflación, pero el crecimiento se está desacelerando. La actividad manufacturera de Rusia acaba de registrar su mayor contracción en tres años.
Rusia puede estar logrando controlar la espiral inflacionaria, pero ello conlleva un costo económico cada vez mayor, según un grupo de expertos.
“Las presiones inflacionarias actuales, incluidas las subyacentes, están disminuyendo más rápido de lo previsto”, afirmó el mes pasado el banco central ruso.
La inflación de Rusia ha caído del 8,2% en el primer trimestre al 4,8% en el segundo, lo que llevó al banco central a reducir su tipo de interés de referencia del 20% al 18%.
“La economía sigue volviendo a una senda de crecimiento equilibrado”, añadió el banco central.
Esa frase es solo “un eufemismo para referirse a un crecimiento anémico”, escribió el jueves Alexander Kolyandr, investigador principal del Centro de Análisis de Políticas Europeas.
El Banco de Rusia espera que la economía rusa crezca entre un 1% y un 2% este año. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del 0,9%.
El banco central ruso prevé que el tipo de interés básico se sitúe entre el 18,8% y el 19,6% de media este año y que caiga hasta el 12% o el 13% el año que viene, lo que supone un cambio con respecto a las agresivas subidas de tipos de interés de mediados de 2023 para frenar el sobrecalentamiento de la economía impulsado por la guerra.
Estos tipos tan altos fueron eficaces para enfriar los precios, pero también encarecieron los préstamos y frenaron tanto la demanda de los consumidores como la inversión empresarial.
Desde que su invasión a gran escala de Ucrania desencadenó sanciones occidentales generalizadas, Rusia ha mantenido a flote su economía gracias al enorme gasto en defensa y a los ingresos procedentes de las exportaciones de petróleo y gas. Pero ese impulso podría estar agotándose.
El crecimiento se estanca a medida que se contrae la industria manufacturera y se desvanece el impulso
El PIB del país creció solo un 1,4% en el primer trimestre, lo que supone una fuerte desaceleración con respecto al trimestre anterior.
En julio, el sector manufacturero de Rusia ha registrado su mayor contracción en tres años, según el índice de gestores de compras de S&P Global.
“La débil demanda de los clientes y las dificultades financieras de estos han lastrado la producción y los nuevos pedidos”, ha escrito S&P Global. La confianza empresarial ha sido la más baja en tres años.
La desaceleración de la industria manufacturera sugiere que la economía de guerra de Rusia podría estar perdiendo impulso, lo que añade presión a los responsables políticos para lograr un delicado equilibrio.
“Para el Kremlin, un breve periodo de bajo crecimiento es tolerable, aunque, combinado con la bajada de los precios del petróleo, reduciría los ingresos fiscales”, escribe Kolyandr, de CEPA.
“La principal apuesta es que el enfriamiento de la economía no provoque una recesión prolongada”, añade.
El banco central ruso se encuentra ahora en una situación delicada: mantener la inflación bajo control y evitar una recesión más profunda. El gasto continuado en tiempos de guerra podría reavivar fácilmente la inflación, pero retirarlo podría agravar la desaceleración, especialmente dado que la inversión extranjera sigue siendo escasa y la confianza de los consumidores es débil.
Mientras tanto, el presidente Donald Trump está presionando a Rusia para que ponga fin a su guerra con Ucrania con nuevas sanciones, incluidos aranceles secundarios.
La semana pasada, Trump anunció un arancel del 25% a la India y una “sanción” por sus compras de petróleo ruso.
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