简体中文
繁體中文
English
Pусский
日本語
ภาษาไทย
Tiếng Việt
Bahasa Indonesia
Español
हिन्दी
Filippiiniläinen
Français
Deutsch
Português
Türkçe
한국어
العربية
Extracto:Cada vez más gente decide no comprar coches, sino que los alquilan. Esto alegra a los fabricantes, que obtienen más beneficios por cada vehículo.
Cada vez menos personas pagan el precio completo por un coche nuevo. En su lugar, las ofertas de y crédito están en auge. Lo que lleva años siendo habitual en el sector comercial, ahora también llega a los consumidores particulares.
La ventaja: en lugar de invertir 30.000 euros o más de una sola vez, basta con una cuota mensual, planificable, calculable y sin compromiso a largo plazo. El derecho de propiedad da paso al derecho de uso.
La razón principal es el aumento vertiginoso de los costes. El Volkswagen Golf, que durante mucho tiempo fue el referente en cuanto a coches compactos asequibles, costaba hace cinco años unos 20.000 euros. Hoy en día, el modelo cuesta a partir de unos 28.500 euros.
El aumento de precio es aún más drástico en el caso de los coches eléctricos: en 2025, el precio medio de un vehículo eléctrico de batería nuevo en España es de 35.000 euros. Para muchos, la compra de un coche ya no es algo que puedan permitirse pagar de su propio bolsillo.
El leasing es algo cotidiano
Los fabricantes ya han reaccionado ante esta situación. Las ofertas de leasing y las agresivas campañas publicitarias de financiación pretenden estabilizar las ventas. Esto es posible gracias a los bancos propios de los fabricantes de automóviles, que no solo refinancian los vehículos, sino que también agrupan paquetes de mantenimiento, seguros y contratos de servicio.
La cuota mensual parece asequible, lo que reduce la barrera de entrada. Al mismo tiempo, los fabricantes mantienen el control total sobre la flota de vehículos y el valor residual. Para muchos clientes, esto resulta tentador, especialmente en el caso de los coches eléctricos, cuyo valor de reventa es difícil de calcular.
Del escepticismo al boom: por qué todos quieren ahora un coche chino en España
Las startups como Finn o ViveLaCar actúan con mayor flexibilidad. Ofrecen vehículos mediante un modelo de suscripción. Aunque estas ofertas son más caras que el leasing clásico, a cambio no hay ningún tipo de compromiso a largo plazo. El usuario decide cada mes si el coche sigue siendo adecuado.
Esto tiene especial aceptación entre los grupos destinatarios jóvenes, que ya no tienen ningún vínculo emocional con la marca o el modelo. La propiedad del vehículo pasa a un segundo plano, lo importante es que funcione, esté disponible y se pueda cambiar cuando sea necesario.
El coche como producto de moda
El coche se está convirtiendo cada vez más en un producto desechable. Al igual que ocurre con la ropa de la industria de la moda rápida, lo que importa no es tanto la durabilidad como la rápida disponibilidad y la sensación de estar “siempre a la última”. La movilidad sigue así el ritmo de la sociedad de consumo. No es necesariamente sostenible, pero sí eficiente desde el punto de vista de la economía de mercado.
Porque el sector automovilístico se beneficia de este cambio de varias maneras. En primer lugar, por la propia cuota de leasing; en segundo lugar, por el reciclaje de los vehículos: tras dos o tres años, los coches vuelven al mercado de leasing o se ponen a la venta en el mercado de vehículos de ocasión. Y, en tercer lugar, de la venta final del vehículo, por ejemplo, tras el segundo ciclo de leasing.
Los fabricantes obtienen múltiples ingresos de un solo vehículo. El mayor control sobre los ciclos de vida y el reciclaje reduce la incertidumbre sobre el valor residual y aumenta los márgenes.
Pero, a pesar de todas las críticas al comportamiento de consumo, esta evolución también tiene ventajas para los consumidores. Quienes cambian de coche cada dos o tres años siempre conducen un vehículo con la tecnología de seguridad y propulsión más actual. Además, los riesgos de reparación y mantenimiento se minimizan, ya que los vehículos son nuevos y muchos servicios ya están incluidos en la cuota.
La propiedad pierde importancia, la función gana. Y lo que hace tiempo que se da por sentado en los servicios de streaming, los smartphones o la ropa, ahora también se aplica a la movilidad: todo es temporal, todo es una suscripción.
Descargo de responsabilidad:
Las opiniones de este artículo solo representan las opiniones personales del autor y no constituyen un consejo de inversión para esta plataforma. Esta plataforma no garantiza la precisión, integridad y actualidad de la información del artículo, ni es responsable de ninguna pérdida causada por el uso o la confianza en la información del artículo.